La muerte del expresidente peruano Alberto Fujimori y la coincidencia con la fecha de fallecimiento de Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, han vuelto a poner en el centro del debate el legado de violencia y controversia que ambos dejaron en Perú.
Fujimori, quien gobernó desde
1990 hasta 2000, implementó políticas económicas neoliberales que estabilizaron
la economía peruana, pero también fue responsable de violaciones a los derechos
humanos, corrupción y abusos de poder. Su gobierno se caracterizó por la lucha
contra el terrorismo, pero también por la creación de un escuadrón clandestino
del Ejército que cometió masacres y abusos.
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Por otro lado, Guzmán lideró
una lucha armada que causó miles de muertes y daños en el país. Su captura en
1992 marcó un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo, pero también
reveló la existencia de un escuadrón clandestino del Ejército que cometió
masacres y abusos.
La muerte de ambos líderes
deja un legado complejo y controversial en Perú. Por un lado, se reconoce el
impacto económico positivo de las políticas de Fujimori, pero, por otro lado,
se condenan sus violaciones a los derechos humanos y su autoritarismo. En
cuanto a Guzmán, se reconoce su responsabilidad en la violencia y el terror que
causó, pero también se critica la respuesta del Estado, que incluyó la creación
de un escuadrón clandestino que cometió abusos.
En conclusión, la muerte de
Fujimori y Guzmán nos recuerda la importancia de reflexionar sobre el pasado y
aprender de los errores para construir un futuro más justo y pacífico en Perú.